domingo, 15 de noviembre de 2015

¡¡Gracias!!


Mucho tiempo sin aparecer por aquí...he de reconocer que no me gusta que eso ocurra. Se me han pasado varios temas por la cabeza, pero no he tenido la convicción, el entusiasmo o el tiempo suficiente para invertir 45 minutos de mi atareada vida (se oyen risas de fondo).
En los últimos días se han cruzado en mi camino una serie de factores que hacen que me vuelva a poner enfrente de mi ordenador...ciertas señales que me han animado a hacer esto que me gusta tanto. Puede que la más importante de ellas sea el último libro que me he leído: "OPEN" de Andre Agassi. El primer libro autobiográfico que leo y me ha encantado. He encontrado muchas similitudes en las sensaciones, las preocupaciones, los dolores y los miedos que siente durante su carrera deportiva y eso ha logrado mantenerme enganchado de principio a fin.
La gran conclusión que saco de su libro, es la necesidad que siente Agassi cuando se va acercando su final, de devolver al tenis y a la sociedad todo lo que él ha recibido de él. Un niño que se vio obligado a practicar ese deporte desde pequeño, que estuvo en academias de tenis aprendiendo a sobrevivir más que aprendiendo a jugar, decide crear escuelas y fomentar la educación entre los más desfavorecidos de su entorno. Invierte mucho de lo que su sufrimiento le reportó en intentar hacerle la vida más fácil a los demás. Esa decisión le aporta mucho más que todos los títulos y todo el dinero que ha ganado durante más de 20 años de exitosa carrera.
Salvando las distancias y en una dimensión totalmente diferente, esas sensaciones me vienen perfectas para expresar lo que yo sentí durante este verano organizando nuestro 1er Campus de Fútbol. Durante los años que llevo maltratando el balón, he conseguido muchas victorias, he cumplido algunos de los objetivos que nos hemos marcado como equipo y he aportado algunas cosas a nivel individual, obteniendo de ello una gran recompensa de autoestima, de sentimiento grupal y por supuesto beneficios económicos, pero ninguna como la sensación que me proporcionaron la gratitud, la alegría y la ilusión que nos transmitieron los 38 participantes de nuestro Campus.
Es muy gratificante ver como el trabajo realizado se transforma en un boomerang de cariño y aprendizaje. Cualquier minuto o euro invertido se convierte sin dudarlo en la mejor inversión de tu vida.
Al margen de sentimientos, me ayudó a descubrir que hay un mundo laboral y miles de posibilidades después de darle patadas a un balón y fue para mí una inyección de moral y de opciones de futuro. Me ha permitido explotar cualidades y conocer defectos que en mi día a día es imposible detectar; desarrollar tareas muy diferentes a las que practico diariamente. Espero que todavía me queden unos cuantos años en activo, pero he de reconocer que en mi cabeza ya empiezan a tener peso las preocupaciones del futuro y los posibles quehaceres una vez cuelgue las botas. No es fácil para alguien que ha estado durante casi 20 años de su vida haciendo cada día lo mismo, tener que reorganizar su estilo de vida y buscar un lugar donde sentirte útil y poder empezar prácticamente de cero. Pero gracias a esta experiencia y la formación que voy adquiriendo año tras año, reconozco que veo el futuro con optimismo, y que a medida que voy cumpliendo años, lo único que trato es de disfrutar al máximo la etapa del camino que recorro intentando quedarme con todo lo que se cruce con él.
No quería acabar esta desordenada entrada de hoy, sin agradecer a todos aquellos que han hecho posible la realización de nuestro 1er Campus de Fútbol: a Rufi por ser mi socio y complemento perfecto (sin ti esto no sería posible), a Jorge, Manolo, Raquel y Estefanía, por ser un@s pedazo de profesionales y tomaros esto como si fuera vuestro y a Pilar, mi mujer, por animarme en cada momento a emprender y sacar lo mejor de mí. También, por supuesto, al pueblo de Quintanar del Rey por acogernos y darnos la oportunidad de iniciar este proyecto, a todos mis amigos y compañeros que me echaron una mano visitando aportando sus camisetas o quitándose tiempo de vacaciones por pasar un rato con nosotros, y a todos los patrocinadores que nos apoyaron en nuestro inicio, que es cuando se necesita.
Y como es de bien nacido ser agradecido, el año próximo volveremos con más fuerza!!!

viernes, 15 de mayo de 2015

La hora de los exámenes


Qué lejos queda mediados de Julio o finales de Agosto del 2014… Entonces muchos de nosotros nos pusimos manos a la obra con la  nueva temporada: entrenando, planificando o dirigiendo las primeras sesiones de entrenamiento, cada uno desde su posición.
Todos los equipos tienen una perspectiva bien clara y un final de camino bien definido para la temporada que da comienzo. Creen tener claro por lo que van a pelear durante el año y el objetivo que tienen que cumplir sus plantillas. Seguramente hagan una valoración bastante ajustada teniendo en cuenta muchos factores para dichas conclusiones: piensan en su presupuesto, en la calidad de sus jugadores, en el equilibrio de su plantilla, en los rivales con los que van a competir y en otros muchos aspectos “controlables” de una planificación de un equipo de fútbol.
Si el fútbol fuera una ciencia exacta y sólo dependiera de estas variables perdería todo su atractivo y dejaría de ser el deporte rey por excelencia. En muchos otros deportes, las probabilidades de darse un resultado sorpresa es mucho menor que en el fútbol. Es más complicado encontrarse con un tenista fuera del top-20 ganar un Grand Slam, o que un equipo de baloncesto con un presupuesto mucho más bajo que el resto gane una competición importante, que contar con un invitado de excepción por inesperado disputar una Liga o pelear por un objetivo mucho más ambicioso de lo que se le presuponía unos meses atrás.
El fútbol tiene muchos más aspectos incontrolables y variables que la mayoría de otros deportes, y creo que ése es uno de los principales motivos por los que es el deporte número 1 en cuanto a seguidores y practicantes.
Seguro que en vuestras competiciones, en las que jugáis, en las que entrenáis, o simplemente en las que participa el equipo del que sois aficionado, encontráis varios casos de “equipos revelación”.
Una mezcla de jugadores en el mejor estado de forma de sus carreras, buena conexión entre entrenador y jugadores, buena relación personal entre los dos jugadores de más talento del equipo, suerte con las lesiones, acierto en momentos determinados; son factores incontrolables a la hora de determinar los objetivos del equipo y, en cambio, son aspectos que pueden ser más determinantes y decisivos de lo que pensamos.
La falta de acierto en momentos y partidos clave, una mala decisión arbitral, lesiones inoportunas o de larga duración o el estado anímico del jugador más importante del equipo podrían ser circunstancias que hicieran que, a pesar de todos tus esfuerzos, no llegaras a cumplir tu objetivo.
Ahora que se están disputado o están por llegar partidos decisivos, que se está decidiendo el futuro de muchos equipos, me vienen a la cabeza muchos clubs que ven como cumplen o no su objetivo en función de muchos de estos factores.
Las dos semifinales de Champions han sido dos casos muy claros de esto que estoy hablando. Madrid y Bayern se han quedado en el camino por tener una noche ineficaz ante portería unos y por ver menguado su potencial en forma de bajas otros; factores incontrolables que llegan en el peor momento de la temporada.
El caso del Madrid es más sangrante aún, cuando tres días antes pierde prácticamente todas sus opciones en la Liga por acusar esa falta de acierto en el partido ante el Valencia. ¿Hablamos de un equipo que no tiene gol? ¿De un equipo que no crea suficientes ocasiones como para remontar un 2-1 en Champions? ¿Tan horribles son ahora esos jugadores? ¿Tan mal ha gestionado la plantilla el entrenador?
Muchas veces analizamos demasiado las situaciones, buscamos problemas que seguramente no sean tales, intentamos buscar culpables a una situación que es mucho más sencilla de lo que queremos ver. Un simple factor que no controlamos nos puede hacer cumplir o no cumplir nuestros objetivos, y no por ello debe variar el análisis.
Si estuviste peleando hasta el final por los objetivos que te fijaste en Julio, ten por seguridad que hiciste muy bien tu trabajo durante mucho tiempo. Que lo cumplas o no, muchas veces no dependerá de ti!! (si consigues que siempre dependa de ti, llámame para contármelo por favor; serías el primero en hacerlo)
Muchos de estos detalles podrás cuidarlos y entrenarlos e intentar que estén bajo tu control, pero siempre necesitarás que algún día esté de tu lado la suerte!! Teniendo en cuenta esto, podrás mantener tu equilibrio emocional, tener la conciencia tranquila y ser realista y agradecido con tu trabajo.
Sin más, que la suerte te acompañe!!!

martes, 24 de febrero de 2015

¡Qué vivan los secundarios!


Messi, Ronaldo, Neymar, Diego Costa, Agüero, Ibrahimovic, Falcao: nombres de los jugadores preferidos por la mayoría de los niños y jóvenes que juegan al fútbol. ¿Qué tienen en común todos estos jugadores? Evidentemente: el GOL. Se trata de grandes goleadores, los que copan los primeros puestos en la carrera por el Pichichi y la Bota de Oro, los que ocupan las grandes portadas de la prensa deportiva, de los que hablan constantemente en los noticias de fútbol.

Sin duda alguna, el gol es la tarea más difícil y decisiva del fútbol. Todo el juego se resume en esas tres letras, en ese instante de felicidad máxima, de éxtasis; ese segundo que culmina todo el trabajo de un equipo y que determina el éxito para unos y el fracaso para otros. Los delanteros suelen ser los más dotados técnicamente, los más habilidosos, los que tienen un don especial para culminar las jugadas.

Pero…¿qué pasa con el resto? ¿Qué pasa con esa entrada perfecta del central impidiendo el avance del delantero y recuperando la posesión de balón? ¿Y con el desdoblamiento del lateral, permitiendo al goleador despegarse de su marca y teniendo un disparo franco a portería?

Cuando estoy viendo un partido, me encanta ver cómo el goleador sale corriendo hacia el compañero que le dio el pase; cómo felicitan en la piña al mediocentro que dio ese cambio de orientación descolocando por completo al equipo contrario.

La valoración de esas acciones debe ser una obsesión por parte del entrenador. Debe hacer comprender a sus jugadores que el éxito colectivo no sólo depende de la inspiración de sus goleadores, y que si el balón entra en la portería, es gracias a las acciones individuales de cada uno de los miembros del equipo.

Cuando el equipo marque un gol, se debe felicitar y valorar cada una de las acciones que han hecho posible que la jugada tenga un final feliz. De esa forma, todos los jugadores valorarán el trabajo de sus compañeros, no sintiéndose unos más importantes que otros y entendiendo que forman parte de un engranaje donde cada una de las piezas es igual de imprescindible.

Actuando de esa forma con nuestros jugadores, les estaremos educando y guiando su atención desde edades bien tempranas a cualquier aspecto relevante del juego, y sobretodo, les inculcaremos una conciencia colectiva.

No seamos simples, no nos quedemos únicamente con el final; no permitamos que nuestros jugadores se frustren por no estar en la lista de goleadores. Dejémosles que sueñen con ser Busquets, Xabi Alonso, Arbeloa o Javi Martínez.

¡Qué vivan los secundarios!

jueves, 15 de enero de 2015

Escuela deportiva Carlos Peña

Algo daba vueltas en mi cabeza desde hace ya un par de años; se entrelazaban ideas y conceptos de lo que más conozco y de lo que más me gusta. Sentía la necesidad de materializar en hechos y en acciones todo aquello que pensaba y me inquietaba. Muchas horas con vosotros dos intentando ordenar esas ideas.
¿Por dónde empezar? ¿Podremos entrar en ese sector? ¿Nos abrirán alguna puerta?
Eso fue lo que hicimos...empezar a tocar puertas. Y nos dieron de bruces...nos dieron en los morros. ¿Nos tenían miedo? ¿Les molestábamos? No quiero ser arrogante, pero creo que muy bien no les caímos; nos creían competencia. 
Primer aprendizaje del camino: "El fracaso es una gran oportunidad para empezar de nuevo con más inteligencia" (Henry Ford). Gracias por darnos esa oportunidad! Y a ti, gracias por hacer que no me desanimara nunca! 
Así que nos pusimos manos a la obra para buscar alternativas; para encontrar a gente que nos tendiera una mano, que pensara en el bien de los niños de su localidad, en su pasión por el fútbol y que creyeran en la formación de la juventud a través del deporte.
De esa forma, ha nacido nuestra Escuela: una organización sin ánimo de lucro que tiene como principales objetivos canalizar y aprovechar todas las dinámicas que se generan en torno al fútbol para desarrollar proyectos de ámbito social y cultural; utilizando su práctica como medio para la formación no sólo de jugadores sino también de personas.
Iniciamos este proyecto llenos de ilusión y con muchísimas ganas de compartir nuestros conocimientos y experiencias con todos los niños y niñas que nos acompañen.
Nuestro primer reto está en el horno...próximamente tendréis noticias...SEGUID ATENTOS!!!

Twitter: @escdepcp (ED Carlos Peña)

viernes, 29 de noviembre de 2013

FÚTBOL


Según el conocimiento absoluto, es decir Wikipedia, el fútbol, también conocido como fútbol asociación, balompié o soccer, es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de once jugadores cada uno y cuatro árbitros que se ocupan de que las normas se cumplan correctamente. El objetivo del juego es desplazar con cualquier parte del cuerpo que no sea los brazos o las manos, y mayoritariamente con los pies (de ahí su nombre), una pelota a través del campo para intentar introducirla dentro de la portería contraria, acción que se denomina marcar un gol. El equipo que logre más goles al cabo del partido, de una duración de 90 minutos, es el que resulta ganador del encuentro.
Y según un servidor, que lleva jugando y disfrutando de él desde que tenía conciencia; fútbol es: soñar con meter el gol que decida un partido, levantar la copa de campeones gritando al cielo y sintiéndote el rey del mundo, imaginarte salvando un gol en la raya en el último minuto o dando ese último pase para que sea tu compañero el que la mande a las redes. Es salir corriendo del colegio porque tienes que llegar al entrenamiento, quedarte estudiando hasta muy tarde porque si no apruebas te quedas sin él o hacerte miles de kilómetros en un autobús. Madrugones de domingo para jugar bajo cero, reventar cientos de pantalones, litros de Betadine para curar las heridas, miles de pesetas en botas y zapateros que las remienden, lavadoras mágicas que eliminan todo resto de barro, bocadillos de tortilla después de los partidos o árbitros que te fastidian toda la semana. Abrazos al reencontrarte con viejos rivales, recortes de la primera vez que saliste en un periódico deportivo, fotos con los pantalones rozando los sobacos, balones Mikasa mucho más efectivos que los medicinales de ahora y campos a los que fuiste una sola vez pero que nunca olvidarás.
Ese simple pasatiempo de 5 letras hace que te vayas llorando a tu casa porque te remontaron el partido, que no encuentres consuelo porque sabes que fallaste en uno de los goles, que no quieras hablar con nadie en casa porque sabes que no tuviste un buen día o que no concilies el sueño hasta las 5 de la mañana porque la cosa no salió como esperabas. No te permite disfrutar del ocio o del descanso de los fines de semana; pero te recompensa cuando llegas a casa y repasas lo bien que te salieron las cosas ese día. Hace que te apetezca estar solo durante horas y te hace dar abrazos como si fuera la última vez que vieras a esa persona. Triples sesiones de pretemporada, miles de kilómetros lejos de tu familia, nervios incontrolables antes de un partido, decepciones al ver una alineación, cientos de almohadas en otros tantos hoteles o incertidumbre de verano por no conocer tu futuro.
Te hace entender que debes dar el máximo no sólo por ti, sino por los que comparten equipo contigo; te obliga a esforzarte y a buscar la mejora día tras día y te propone retos y desafíos que a veces parecen infranqueables. Pone a prueba tu cuerpo con lesiones, te obliga a tragarte el orgullo en innumerables ocasiones, te enseña a convivir con múltiples personalidades y a tenderles la mano en busca del bien común. Entrenadores que no se acuerdan nunca de ti, otros que echarás muchas veces de menos, personas que te dejan huella de por vida y emociones que nunca revivirás con esa intensidad.
Ha llenado y llenará incontables horas de conversación en mi vida, me ha permitido conocer a mis mejores amigos y a miles de personas de las que aprendí mucho, me da la oportunidad de vivir en ciudades diferentes, puso en mi camino a la persona más importante de mi vida y lo más importante…me hace mantener la ilusión. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Competir para aprender


¿Es sana la competición en el deporte infantil? ¿Debe existir en categorías infantiles o deben erradicarse los partidos, las clasificaciones y cualquier manifiesto de diferencia entre deportistas? 

"La competición no fomenta valores positivos en los niños; provoca diferencias entre los equipos y los participantes y, en consecuencia, discriminación y comparaciones negativas".
"Lo único que conseguimos es rechazo al deporte por parte de los perdedores y la pérdida de la cultura de esfuerzo de los que siempre ganan".
"La competición saca a relucir la versión insana, deshonesta y tramposa del deportista, provocando peleas, actitudes agresivas y desmesuradas y frustraciones".

Estas frases las podemos escuchar en algunos foros y discusiones acerca de la conveniencia de implantar la competición en el deporte infantil y juvenil. Son la posición más extrema contra el tema que estoy tratando, pero no por ello la menos extendida.
Es una disyuntiva que viene de lejos, pero que se ha acentuado en los últimos años, al mismo ritmo que ha aumentado el número de niños que practican algún deporte y los estudios de la repercusión que tiene en sus pequeñas cabecitas y en sus futuros dicha práctica.
Cuando me refiero a deporte infantil, hablo de edades comprendidas a partir de 6-7 años, edad de iniciación al deporte y cuando muchos de ellos no tienen claro todavía el deporte que les gusta practicar.

¿Es posible educar a un deportista compitiendo? 
Estos pequeños deportistas DEBEN estar siendo entrenados por EDUCADORES. Y sí, reitero, entrenados por educadores. Puede parecer contradictorio, pero no lo es; porque el hecho de entrenar no debe estar reñido con el de educar, ni viceversa.
¿Se han de suprimir todos los valores positivos que tiene la competición para educar correctamente a un niño deportista?
Esta última cuestión sí me parece contradictoria, porque si se pretende ofrecer una educación integral y completa, se deben abarcar todos los valores que le aporten algo positivo; y la competición entiende mucho de eso.

La competición nos enseña a esforzarnos partido tras partido, minuto tras minuto; nos enseña a respetar al contrario a pesar de cualquier circunstancia; a colaborar con nuestros compañeros en busca de un objetivo común; nos ayuda a relativizar los éxitos y los fracasos (si se permiten estos términos tan absolutos y contundentes); nos permite marcarnos objetivos a corto, medio y largo plazo; nos indica dónde pueden estar nuestros límites y a luchar por superarlos. Nos enseña que ese día de la semana es especial, que tienes un compromiso contigo mismo y con tus compañeros de dar el máximo de tus capacidades.
También es cierto, que mal entendida, crea conflictos, genera diferencias y pérdida de motivación, y hace que algunos pierdan las formas y utilicen todo tipo de armas con tal de salir victoriosos. Genera ansiedad, frustración e infinidad de sinsabores.
¿Pero quién tiene la culpa de eso? ¿La competición o el entrenador/educador? ¿Es la propia competición la que genera esos valores? ¿O es culpa de los actores que rodean al deportista? (véase artículo anterior de este blog para reconocer alguno de esos actores secundarios)

La formación del entrenador es fundamental para encauzar y canalizar positivamente los valores positivos de la competición y erradicar todos aquellos que no lo sean. 

Un equipo puede ir ganando por mucha diferencia en el marcador y puede seguir compitiendo con respeto y marcándose objetivos dentro de ese partido. No existe el partido ni el ejercicio perfecto; en deporte siempre hay margen de mejora, por lo que será responsabilidad del entrenador, a pesar del abultado marcador, encontrar los aspectos a mejorar para el siguiente encuentro. Un deportista que siempre gana, puede perder su motivación y su humildad, por lo que ahí encontramos una fuente de entrenamiento inagotable.

Y para el que va perdiendo, su entrenador deberá extraer los aspectos positivos del partido y reconocer que han sido mejores que tú, algo que no creo que cause un trauma irreparable en los jugadores; y hacerles conscientes que, para tener opciones en el siguiente, tendrán que esforzarse mucho más si quieren mejorar sus resultados. Deberá trabajar la motivación y la autoestima de sus jugadores y hacerles entender que en el deporte, la palabra fracaso sólo aparece cuando no se intentan las cosas. El que lo intenta una y otra vez nunca puede considerar que fracasa, porque el simple hecho de hacerlo ya le convierte en un deportista envidiable.

La competición ya no parece tan mal acompañante, aunque en ningún momento he dicho que fuera fácil lograrlo...

jueves, 5 de septiembre de 2013

Carta a papá



Querido papá:
Te escribo en primer lugar, para agradecerte que me acompañes a todos mis partidos. Reconozco que haces un esfuerzo muy grande en sacrificar tus fines de semana; seguramente mamá y tú preferiríais que aprovecháramos los domingos para irnos a la playa, a ver a los abuelos al pueblo, o para irnos a esquiar todo el fin de semana. Pero por suerte para mí, habéis decidido apuntarme a un equipo de fútbol, y puedo disfrutar de mi partido los fines de semana. Bueno, disfrutar es decir demasiado… Quizá debería decir que puedo acudir a jugar los partidos con mi equipo.
Y digo que no disfruto, porque me asusto cuando salgo del vestuario y pienso en si te habrá gustado o no lo que hice durante las dos horas anteriores. Yo creo que me esfuerzo, y aunque cometo muchísimos fallos, intento hacerlo lo mejor que sé. El entrenador me felicita la mayoría de las veces; me hace jugar bastante, incluso a veces juego de titular; pero esa sensación desaparece cuando me encuentro contigo. No recuerdo el día en que me hayas dado una palmada en la espalda simplemente alabando mi esfuerzo. El resto de mis recuerdos son reprimendas por mis errores o malas palabras hacia mis compañeros o el entrenador. Sinceramente, no encuentro explicación a jugar tan pocos minutos, ni por qué Ángel no me pasa casi nunca la pelota; lo único que sé es que el rato que juego me lo paso genial y que puedo decir que casi todos mis compañeros son mis amigos.
Tampoco me gustan esos días en los que me dices que lo hice todo bien, comparándome con el chico que juega en mi misma posición. Creo que no eres del todo justo con él. También tiene derecho a divertirse con nosotros y seguro que también disfruta muchísimo cuando juega los partidos. Además, eso es algo que siempre nos dice el entrenador: quiere que juguemos todos y que todos tengamos nuestras oportunidades. No veo por qué tiene que ser diferente.
Y para acabar, sólo una última cosa. Me avergüenza un poco escuchar cómo le gritas al árbitro durante el partido. Seguramente cometa muchos errores, pero has de reconocer que es muy difícil arbitrar un partido de fútbol. Él solo tiene que controlar a los 22 jugadores del campo, los que están en el banquillo, y encima aguantar los gritos de los 50 padres que estáis en la grada. Me gustaría veros a alguno de vosotros en su papel.
Seguramente no te agraden demasiado las cosas que te he dicho; que pienses que sin exigencia no tendré ningún futuro en este deporte. Eso es lo que menos me importa ahora mismo. Lo único que quiero es divertirme; llegar del colegio, agarrar la mochila y llegar el primero al entrenamiento; desear que llegue el domingo por la mañana para jugar un rato con mis amigos, y tener de qué hablar durante toda la semana. Te agradezco que te preocupes por mí, que desees con todas tus ganas que sea el mejor; pero lo único que consigues con tu comportamiento es que me frustre, que me crea mejor que mis compañeros, que le pierda el respeto al entrenador y que cuando las cosas se me tuerzan, tire la toalla.
Como sé que cambiarás…gracias!!